Llamados a ser santos

Llamados a ser santos
“Todos estamos llamados a la santidad, y sólo los santos pueden renovar la humanidad.” (San Juan Pablo II).

viernes, 5 de enero de 2018

Juan Manuel Burgos: Para comprender a Karol Wojtyla (5 de 6)



1.4 Persona y acción (1969)
Persona y acción[22] es sin duda su obra maestra y un escrito riquísimo que puede interpretarse desde dos puntos de vista. El primero lo percibe como la deriva natural de sus investigaciones éticas que le fueron conduciendo poco a una convicción profunda: la ética necesitaba un poderoso sustrato antropológico. La cuestión era diáfana. No era posible elaborar una concepción potente de la moral, es decir, del bien de la persona, sin tener, simultáneamente, una concepción antropológica igualmente potente de la persona ya que ambas –aún manteniendo la originalidad epistemológica de la ética- se coimplican muy profundamente. Y esto significaba que el repensamiento de la ética que Wojtyla había comenzado sólo podía llevarse a cabo de manera radical a través de un repensamiento de la antropología. Si no, el proyecto quedaría inconcluso.

Pero hay también una segunda lectura posible de Persona y acción o bien, si se prefiere, una radicalización de esta primera. Junto a la necesidad de construir una antropología potente y novedosa, en la mente de Wojtyla se afirmaba también cada vez con más fuerza la necesidad de unificar tomismo y fenomenología. Sólo de la fusión de ambas podía surgir la filosofía del futuro ya que ambas se complementaban. Una de ellas proporcionaba la base realista y ontológica sobre la que se podía construir una sólida visión del ser humano, y la otra proporcionaba la conexión con los temas que había aportado la filosofía moderna –yo, autoconciencia, subjetividad, etc.- y que, desactivada la espoleta idealista, no solo podían sino que debían ser integrados en la filosofía ya que, de otro modo, esta quedaría incompleta y por debajo de la altura de los tiempos. ¿Y qué mejor oportunidad para afrontar ese proyecto que la búsqueda de una nueva fundamentación antropológica? De este modo, ambos proyectos se acabaron unificando. Persona y acción, por tanto, responde a un doble objetivo: solventar una necesidad de sus investigaciones éticas y fundir tomismo y fenomenología en una nueva formulación antropológica de cuño personalista. Wojtyla afrontó el tema con su característica radicalidad y profundidad que, por otro lado, era imprescindible, pues no pretendía meramente innovar, sino refundar la arquitectura de la antropología con sus correspondientes conceptos. Por eso, Persona y acción es una empresa titánica.

Algunas de las principales novedades temáticas de este texto –sobre el que volveremos con más detalle en el cap. 4- son las siguientes:

1. Wojtyla pretende llegar a la persona a través de la acción; es la acción la que revele a la persona, y no al revés. Esta cambio de perspectiva está fundado en su concepción dinámica de la persona, en la conexión intrínseca entre la persona y la acción que realiza, pero al mismo tiempo le va a servir para reestructurar con más libertad la antropología puesto que al no seguir el camino clásico ni el fenomenológico se desembaraza con más facilidad de los conceptos y estructuras propios de esas concepciones.
2. El concepto de experiencia es muy rico en Wojtyla, y un aspecto particularmente interesante es su empleo como instrumento metodológico para acercar, integrar y superar las posiciones enfrentadas del objetivismo (verdad sin sujeto) y de la filosofía de la conciencia (sujeto sin verdad). “Me atrevería a decir aquí que la experiencia del hombre con la característica escisión del aspecto interior y exterior se encuentra en la raíz de la división de esas dos potentes corrientes de pensamiento filosófico, la corriente objetiva y la subjetiva, la filosofía del ser y la filosofía de la conciencia”. Por eso, “se debe generar la convicción de que, en lugar de absolutizar cualquiera de los dos aspectos de la experiencia del hombre, es necesario buscar su recíproca interrelación”[23].
3. El proyecto de integración antropológico que supone Persona y acto incluye una transición del actus humanus tomista al acto de la persona, en el que se integran todas las dimensiones antropológicas del sujeto.
4. La conciencia se extiende del mero conocimiento de las propias acciones (posición clásica) a la vivencia de tales acciones (modernidad). Una muestra más de su proyecto de integración entre clasicismo y modernidad en la estructura de la persona.
5. Uno de las grandes contribuciones de Persona y accion es la tematización de la subjetividad. Wojtyla intenta formalizar intelectualmente su vívida percepción de la interioridad del sujeto, una cuestión que se retrotrae a su primer encuentro con la filosofía en el que se enfrentaron su sensibilidad poético-literaria y el objetivismo tomista. Aquí, la conciencia como autovivencia genera la vía para la elaboración temática de la subjetividad, y esta, a su vez, despeja el camino para la consideración del yo como centro unificador del sujeto, todo ello, por supuesto, sin renunciar a la plataforma óntica realista que proporciona el tomismo.
6. La libertad no es sólo elección, sino autodeterminación de la persona a través de sus elecciones, lo cual resulta antropológicamente posible por la estructura de autodominio y autoposesión característica de la persona. Otra de las grandes aportaciones de la antropología wojtyliana.
7. Cuerpo, psique, sentimientos. Son otros de los muchos temas –propios de la tradición  personalista- que incorpora Wojty?a a la reflexión clásica. El hombre es un ser corporal (Marcel, Mounier, Marías), lo que significa que la estructura de la persona está mediada por el cuerpo; la tematización de la psique, por su parte, favorece la consideración activa de la corporalidad y elimina el riesgo de un dualismo fáctico (alma-cuerpo) al incorporar una dimensión intermedia que modula a ambas. La afectividad (en la línea de von Hildebrand y Scheler) se asume desde una perspectiva positiva. No se trata simplemente de un mecanismo antropológico irredento que deban controlar las facultades superiores (inteligencia, voluntad) sino del modo en que el sujeto se vive a sí mismo.

Cabe reseñar, por último, que Wojtyla publicó posteriormente a Persona y acción algunos estudios antropológicos novedosos en los que insistía en puntos especialmente significativos para él como lo irreductible en el hombre[24], en el que reivindica la radical especificidad de lo personal (y que analizaremos en el cap. 6), o la profundización en el concepto, sugerente pero poco explorado, de la autoteleología[25].

[22] K. Wojty?a, Persona y acción, Palabra, Madrid 2013 (en adelante PyA).
[23] PyA 53.
[24] K. Wojtyla, La subjetividad y lo irreductible en el hombre (1978), en El hombre y su destino, cit., pp. 25-39.

[25] K. Wojtyla, Trascendencia de la persona en el obrar y autoteleología del hombre (1976), en El hombre y su destino, cit., pp. 133-151.

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